El Tíbet comparte con Nepal la cima más alta del mundo: el Everest, es una región situada entre China y la India que se caracteriza por la religión budista, los templos y monasterios, y está gobernado por la reencarnación de Buda: el Dalai Lama.
Siempre ha sido un Estado independiente en el devenir de su historia hasta principios del siglo XX cuando queda bajo el dominio de Inglaterra que con la excusa de una creciente influencia rusa lo invade.
Pero no quedaron sujetos mucho tiempo a los británicos, quienes en 1906 acordaron un tratado bilateral con China consistente en que a cambio del pago de una gran cantidad de dinero permitió la imposición de la soberanía China sobre el pueblo tibetano.
El Tíbet conservó el Gobierno del Dalai Lama, pero el 21 de octubre de 1950 el ejército de la República Popular China los invade y lo obliga a firmar el “Acuerdo de los 17 puntos para la liberación pacífica del Tíbet”, ante la perspectiva de la destrucción total del Estado tibetano y la presencia de 40 mil soldados el Dalai Lama no tienen más opción que ceder por la fuerza bélica la soberanía de su pueblo a China.
En 1959 se subleva el pueblo tibetano contra los chinos y en medio de la agitación popular le pide al Dalai Lama que se fuera, y una noche entre la multitud su dirigente espiritual huye a través del Himalaya hasta llegar a la India y establecerse en Dharmasala desde donde gobierna en el exilio.
La China comunista ha reprimido al pueblo del Tíbet con violencia y ha tratado de desaparecer su identidad cultural. Recientemente, el 1 de marzo de 2008, en el 49 aniversario de la invasión china hubieron revueltas populares en Lhasa, la capital del Tíbet, Pekín acusa al Dalai Lama de promover estos actos violentos, cuando en realidad es la reacción del pueblo tibetano contra la opresión y la dominación perversa de China.
Así se encuentra en la actualidad el pueblo del Tíbet que, gobernado desde el exilio, permanece resistiendo la tiranía del Gobierno chino.
La historia del Tíbet se caracteriza por la práctica del budismo Vajrayana de la India. Su dirigente político y espiritual es el Dalai Lama que significa “Maestro tan extenso como el océano”, y es un título que en 1573 el emperador de Mongolia le dio a Sonam Gyatso que es la tercera reencarnación de Buda.
La tradición de los Dalai Lama empieza con Dusum Khyempa (1110-1193), que por sus logros espirituales es reconocido por su pueblo como la primera manifestación de la actividad de Buda.
El actual Dalai Lama, Tenzim Gyatso, es la XIV reencarnación de Buda, asumió el poder del Tíbet el 17 de noviembre de 1950 a los 16 años de edad. Durante la sublevación del pueblo tibetano contra los chinos en 1959 huyó a la India, y junto con otros dirigentes gobierna el Tíbet desde Dharamsala en el exilio.
Hoy día ha habido intentos de diálogo entre el Dalai Lama y el Gobierno chino, pero es muy claro que la China comunista no quiere darle su libertad al pueblo tibetano.
Muchas naciones presionan al pueblo de los mongoles para devolverle su soberanía a los tibetanos, y la Asamblea General de la ONU, entre 1959 y 1965, emitió tres resoluciones condenando las violaciones de China y haciéndole un llamado para respetar el derecho del Tíbet a su autodeterminación como Estado independiente sin resultados concretos.
El espíritu del Tíbet, como el monte Everest, se yergue flagelado por el dragón asiático, pero su pensamiento reflexivo alumbra su destino de libertad entre la nieve, el mundo y la conciencia universal.
No puede la tiranía sojuzgar la luz interior de un pueblo que, sereno y pacífico, medita, y en su silencio dice: “Yo soy la plegaria serena del Oriente que la furia del dragón comunista no puede detener”.
Siempre ha sido un Estado independiente en el devenir de su historia hasta principios del siglo XX cuando queda bajo el dominio de Inglaterra que con la excusa de una creciente influencia rusa lo invade.
Pero no quedaron sujetos mucho tiempo a los británicos, quienes en 1906 acordaron un tratado bilateral con China consistente en que a cambio del pago de una gran cantidad de dinero permitió la imposición de la soberanía China sobre el pueblo tibetano.
El Tíbet conservó el Gobierno del Dalai Lama, pero el 21 de octubre de 1950 el ejército de la República Popular China los invade y lo obliga a firmar el “Acuerdo de los 17 puntos para la liberación pacífica del Tíbet”, ante la perspectiva de la destrucción total del Estado tibetano y la presencia de 40 mil soldados el Dalai Lama no tienen más opción que ceder por la fuerza bélica la soberanía de su pueblo a China.
En 1959 se subleva el pueblo tibetano contra los chinos y en medio de la agitación popular le pide al Dalai Lama que se fuera, y una noche entre la multitud su dirigente espiritual huye a través del Himalaya hasta llegar a la India y establecerse en Dharmasala desde donde gobierna en el exilio.
La China comunista ha reprimido al pueblo del Tíbet con violencia y ha tratado de desaparecer su identidad cultural. Recientemente, el 1 de marzo de 2008, en el 49 aniversario de la invasión china hubieron revueltas populares en Lhasa, la capital del Tíbet, Pekín acusa al Dalai Lama de promover estos actos violentos, cuando en realidad es la reacción del pueblo tibetano contra la opresión y la dominación perversa de China.
Así se encuentra en la actualidad el pueblo del Tíbet que, gobernado desde el exilio, permanece resistiendo la tiranía del Gobierno chino.
La historia del Tíbet se caracteriza por la práctica del budismo Vajrayana de la India. Su dirigente político y espiritual es el Dalai Lama que significa “Maestro tan extenso como el océano”, y es un título que en 1573 el emperador de Mongolia le dio a Sonam Gyatso que es la tercera reencarnación de Buda.
La tradición de los Dalai Lama empieza con Dusum Khyempa (1110-1193), que por sus logros espirituales es reconocido por su pueblo como la primera manifestación de la actividad de Buda.
El actual Dalai Lama, Tenzim Gyatso, es la XIV reencarnación de Buda, asumió el poder del Tíbet el 17 de noviembre de 1950 a los 16 años de edad. Durante la sublevación del pueblo tibetano contra los chinos en 1959 huyó a la India, y junto con otros dirigentes gobierna el Tíbet desde Dharamsala en el exilio.
Hoy día ha habido intentos de diálogo entre el Dalai Lama y el Gobierno chino, pero es muy claro que la China comunista no quiere darle su libertad al pueblo tibetano.
Muchas naciones presionan al pueblo de los mongoles para devolverle su soberanía a los tibetanos, y la Asamblea General de la ONU, entre 1959 y 1965, emitió tres resoluciones condenando las violaciones de China y haciéndole un llamado para respetar el derecho del Tíbet a su autodeterminación como Estado independiente sin resultados concretos.
El espíritu del Tíbet, como el monte Everest, se yergue flagelado por el dragón asiático, pero su pensamiento reflexivo alumbra su destino de libertad entre la nieve, el mundo y la conciencia universal.
No puede la tiranía sojuzgar la luz interior de un pueblo que, sereno y pacífico, medita, y en su silencio dice: “Yo soy la plegaria serena del Oriente que la furia del dragón comunista no puede detener”.