domingo, 28 de diciembre de 2008

LAS TELENOVELAS


Entretenimiento frívolo, vulgar, desechable, con toda la miseria de los sentimientos degradados del ser humano cobarde, sucio y traicionero, es la esencia de las telenovelas que son el espectáculo de quienes no conocen el concepto del amor genuino y se conforman con entenderlo como la inercia de los sentimientos falsos que difunde la televisión.

El amor no es el asesinato fácil y sangriento como escena lúgubre con un hedor atroz. Las flores femeninas que gustan de mis poemas se repugnan de esas cosas. El amor no es la infidelidad que es una viscosidad practicada por los deleznables. El amor no es la venganza que es el camino fácil de los que van con sus instintos por delante. El amor no es la bulimia, anorexia, el alcoholismo y la drogadicción que lo presentan como valores superados cuando en realidad todo eso apesta.

A mí me gusta el amor bonito, el amor de ofrenda, el amor que espera, enseña, da y no espera recompensas. El amor del beso bajo el sol. El amor de la dicha de dos almas sonriendo a la luz de la luna y las estrellas. El amor limpio que sueña y ofrece una flor. El amor de apresar al dolor y convertirlo en un verso, una conversación grata o una comida ofrendada con cariño. A mí me gusta el amor bonito y no las abominaciones que quieren parecerse al amor, pero que son sólo laberintos de palabrerías inútiles con los cuales se pueden llenar miles de mares hondos, como el espacio con sus hoyos negros.

Ahora la televisión quiere presentarnos como un valor decente a las prostitutas y las “teiboleras” o como se hacen llamar, bailarinas exóticas, ni son exóticas ni son bailarinas, son vulgares vendedoras de placer físico, son ofrecedoras de caricias y piel por dinero fácil. Eso no vale nada. Vale el dolor de quienes luchan cada día por mantener unida a la familia, valen las lágrimas que no se doblegan, sino como tallos de flor, se yerguen para mostrar el esplendor de sus pétalos con el rocío del espíritu, vale el respeto a la vida, las virtudes y el amor.

Los enfermos con tubos por todas partes, los envenenamientos, el consuelo en otros brazos no forman parte del amor, son llagas oscuras que hunden en soledad y desesperación. Creo en la muerte digna, en el alma de combate y no en el letargo que no acaba, esa es una seducción del dios de la muerte, el dios de las somnolencias que parecen sentimientos, pero que en realidad son infamias que conducen al dolor sin fin. Creo en el dolor al cual se combate y se vence, creo en el dolor que se torna en palomas y en paz, allí está el umbral del amor.

Amor es el deseo de agradar, como la primavera agrada al corazón, como la luna agrada a los enamorados. Amor es cuando ofrendamos un poema, un ramo de flores o un sentimiento a la vida, a la novia, a la familia o a los dioses. Amor es poner el girasol de nuestro espíritu en las manos de quienes amamos sin esperar más que un “gracias” o una sonrisa.

Cuando la indiferencia, el desamor o el veneno de la traición despedace, como una mariposa delicada, tu corazón, sigue creyendo en el amor, en el tuyo no en el que recibes. En tu búsqueda del amor conocerás estas pirañas que atormentan los sentimientos, no te doblegues ante ellos y sigue creyendo en el amor de ofrenda.

Recuerda que el amor de nuestro pueblo es de ofrenda, no de esperar recompensas a cambio. Recuérdalo, tu amor es como el cosmos, infinito, dalo a cambio de una flor y de un crepúsculo vespertino y nada más.

Con este amor y espíritu de ofrenda, transformando el dolor en luz es como se llega al altar con un vestido de pureza de flores, el anillo, la dicha inolvidable y en el futuro… los hijos.

Espero reflexiones este comentario sobre las telenovelas. Estamos pasando por el inframundo del ciclo de esta era y se cree que todo es permisible, pero no es así. Sigue disfrutando de tu telenovela, pero ten conciencia de lo que representa lo que estás viendo.

Artículo con Derechos Reservados. Fotografías de kubafotos.com y spaces.live.com.

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