lunes, 12 de enero de 2009

VEO A HECELCHAKÁN


Veo a Hecelchakán glorificando nuestra estirpe maya, nuestra cultura indígena, nuestro destino de raíces prehispánicas. Lo veo resplandeciendo como el sol del oriente cuando despunta en la mañana, y con la paz social de los atardeceres con el sol rojizo que filtra sus rayos dorados cuando se va ocultando.

Hecelchakán es la descendencia de Itzamná, el dios jaguar que combatió a la muerte y la venció para erigirse en el símbolo de nuestra victoria como pueblo dedicado a la felicidad, el amor, la serenidad y la paz de las aguas tranquilas que aletean como mariposas en el alma de cada uno de nosotros.

Eso es todo lo que queremos ser, no más. El pueblo virtuoso, la Sabana del Descanso en armonía colectiva y el alma municipal sonriéndole a la prosperidad y combatiendo con la espada del espíritu las injusticias y los clamores de maldad y mal gobierno.

Veo a Hecelchakán con una política indígena promoviendo nuestra herencia ancestral del Hetzmek (consagración a los dioses) y el Hanal col (comida de monte), como programas sociales.

Veo en cada uno de nuestros ejidos o Agencias Municipales Casas de la Lengua y la Cultura Maya preservando, enseñando y difundiendo el prodigio de una lengua universal rica que proviene del fondo de los milenios.

Veo como característica de nuestra verdad india una estación de radio local que únicamente difunda programación para nuestro municipio. Una estación de radio indígena, bilingüe, con los elementos propios de estas estaciones difundiendo cultura prehispánica, herencia aborigen, arte, noticiarios y demás, con el espíritu que late en el templo de nuestra alma autóctona.

Veo a Hecelchakán con dos bibliotecas. Una con miles de libros especializada en bibliografía de la cultura maya donde germine el amor de nuestros niños, jóvenes y adultos por nuestra identidad de todos los tiempos.

Y otra biblioteca especializada para niños, con poesía, cuentos, novelas adaptadas para su edad y los adelantos tecnológicos necesarios. El espíritu empieza por la palabra y en la niñez.

Oigo el rumor del caracol, que es la voz de los dioses, diciendo: aquí en Hecelchakán viven y renacen los dioses ancestrales a la felicidad sin límites, al amor de ofrenda y a la dicha universal de un pueblo que vive amando lo que es: sangre del sol que da y no pide y renacimiento del espíritu con el esplendor de los girasoles, las anémonas y el relámpago de poder uniéndonos como pueblo, familias y parejas llenos de la luz de la pureza y el amor.
Artículo y fotografías con Derechos Reservados.

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