jueves, 4 de diciembre de 2008

LA NAVIDAD Y TÚ




La Navidad y tú son luz, canción y alegría: océano de paz en noches llenas de fulgor y serenidad. En este tiempo estar contigo es un himno de amor cantado por nuestras almas. Todo es la felicidad anhelada por el mundo, la vida y los sueños.

Marisol, nombre de pájaro en libertad de zafiros y fuente de primaveras transparentes, acuáticas y llenas de flores de oro topacio. Para ti es mi espíritu de calma y gozo invisible. La vida se llena de palomas y la Navidad es un lirio en tus manos tenues, manos de mariposa y girasoles.

Centellean las luces de colores y la gente está invadida de un ánimo cálido y sereno. La ciudad baila al ritmo de la luna y los ángeles descienden para convivir con todos.

El árbol de Navidad ríe, ríen tus ojos, tu cuerpo y mi amor. Cada vez te anhelo siempre y nuestro nombre es eternidad. Las campanas enamoran los corazones y el ritmo de la noche es de convivencia familiar.

Tomados de la mano recorremos el espíritu de candor del niño que, en el pesebre, nació para alumbrar todos los momentos indescriptibles. El mar murmura el nombre de la felicidad en homenaje a cada familia que se reúne para disfrutar el sueño del eterno regocijo. Las estrellas suspiran al vernos y nuestro corazón se llena de su color azul amor.

¿Dónde lloran los flagelados por la vida?, para regalarles un pedazo de este instante, para secar de sus ojos las lágrimas con un suspiro de nuestras almas. ¿Dónde duermen los que no saben que son eternos?, para decirles con tu nombre y con el mío que despierten para no perderse la eternidad que es sólo cuestión de actitud interior.

Novia mía: Marisol, luz de arco iris en medio de la noche, aurora y crepúsculo cantada por las flores, somos nuestros, irradiamos el aroma del rocío y “Siempre” es la tierra donde habitaremos. La noche galopa y los estandartes del sueño son mecidos por el anhelo de permanecer despiertos en las alas de la felicidad y el espíritu de la Navidad de todos los tiempos.

Mañana amanecerá para muchos, pero nosotros ya estamos amanecidos. Destellan nuestras almas. Resurgimos cada día al fulgor del que estamos hechos. Nuestras sombras son azules y nuestros espíritus son violetas de luna.

Te murmuro, Marisol, y te predico: pureza de niñas hechas de crisantemos y perfume de nardos. Cada día es nuestra Navidad. Las Navidades no continúan ni retroceden, son perpetuas en la lumbre que nos incinera de amor y regocijo.

Ya es un nuevo día y las campanas no se callan. Nunca se silencia el mar como nunca se apagará el amor que te tengo. La Navidad y tú son un templo donde musita el amor más amor.

Marisol, son de nosotros los fulgores, la dicha y el color de las azucenas. Lo que es nuestro que sea de los demás: la felicidad, que cae de nuestros árboles como hojas resplandecientes de cariño para el que sepa atraparlas.