martes, 27 de enero de 2009

EL TÍBET

El Tíbet comparte con Nepal la cima más alta del mundo: el Everest, es una región situada entre China y la India que se caracteriza por la religión budista, los templos y monasterios, y está gobernado por la reencarnación de Buda: el Dalai Lama.

Siempre ha sido un Estado independiente en el devenir de su historia hasta principios del siglo XX cuando queda bajo el dominio de Inglaterra que con la excusa de una creciente influencia rusa lo invade.

Pero no quedaron sujetos mucho tiempo a los británicos, quienes en 1906 acordaron un tratado bilateral con China consistente en que a cambio del pago de una gran cantidad de dinero permitió la imposición de la soberanía China sobre el pueblo tibetano.

El Tíbet conservó el Gobierno del Dalai Lama, pero el 21 de octubre de 1950 el ejército de la República Popular China los invade y lo obliga a firmar el “Acuerdo de los 17 puntos para la liberación pacífica del Tíbet”, ante la perspectiva de la destrucción total del Estado tibetano y la presencia de 40 mil soldados el Dalai Lama no tienen más opción que ceder por la fuerza bélica la soberanía de su pueblo a China.

En 1959 se subleva el pueblo tibetano contra los chinos y en medio de la agitación popular le pide al Dalai Lama que se fuera, y una noche entre la multitud su dirigente espiritual huye a través del Himalaya hasta llegar a la India y establecerse en Dharmasala desde donde gobierna en el exilio.

La China comunista ha reprimido al pueblo del Tíbet con violencia y ha tratado de desaparecer su identidad cultural. Recientemente, el 1 de marzo de 2008, en el 49 aniversario de la invasión china hubieron revueltas populares en Lhasa, la capital del Tíbet, Pekín acusa al Dalai Lama de promover estos actos violentos, cuando en realidad es la reacción del pueblo tibetano contra la opresión y la dominación perversa de China.

Así se encuentra en la actualidad el pueblo del Tíbet que, gobernado desde el exilio, permanece resistiendo la tiranía del Gobierno chino.

La historia del Tíbet se caracteriza por la práctica del budismo Vajrayana de la India. Su dirigente político y espiritual es el Dalai Lama que significa “Maestro tan extenso como el océano”, y es un título que en 1573 el emperador de Mongolia le dio a Sonam Gyatso que es la tercera reencarnación de Buda.

La tradición de los Dalai Lama empieza con Dusum Khyempa (1110-1193), que por sus logros espirituales es reconocido por su pueblo como la primera manifestación de la actividad de Buda.

El actual Dalai Lama, Tenzim Gyatso, es la XIV reencarnación de Buda, asumió el poder del Tíbet el 17 de noviembre de 1950 a los 16 años de edad. Durante la sublevación del pueblo tibetano contra los chinos en 1959 huyó a la India, y junto con otros dirigentes gobierna el Tíbet desde Dharamsala en el exilio.

Hoy día ha habido intentos de diálogo entre el Dalai Lama y el Gobierno chino, pero es muy claro que la China comunista no quiere darle su libertad al pueblo tibetano.
Muchas naciones presionan al pueblo de los mongoles para devolverle su soberanía a los tibetanos, y la Asamblea General de la ONU, entre 1959 y 1965, emitió tres resoluciones condenando las violaciones de China y haciéndole un llamado para respetar el derecho del Tíbet a su autodeterminación como Estado independiente sin resultados concretos.

El espíritu del Tíbet, como el monte Everest, se yergue flagelado por el dragón asiático, pero su pensamiento reflexivo alumbra su destino de libertad entre la nieve, el mundo y la conciencia universal.

No puede la tiranía sojuzgar la luz interior de un pueblo que, sereno y pacífico, medita, y en su silencio dice: “Yo soy la plegaria serena del Oriente que la furia del dragón comunista no puede detener”.

LA CONCIENCIA DEL MUNDO

Porque una palabra es el sabor
que nuestra lengua tiene de lo
eterno, por eso hablo.

Rosario Castellanos

El periodismo es la conciencia del mundo, el espejo donde se refleja la política, la vida social y cultural de las naciones. Es fuego que alumbra la memoria de los pueblos, porque acerca y unifica criterios.

La libre expresión de las ideas en ocasiones es una parvada de palomas que acarician y, otras veces, es una lluvia de flechas que sangran susceptibilidades. Y esto ocurre en los pueblos, las ciudades, las metrópolis, y hasta en las pequeñas comunidades indígenas donde la voz proclama su verdad.

El 7 de abril pasado las locutoras indígenas Teresa Bautista Merino de 24 años y Felícitas Martínez Sánchez de 21, de la radiodifusora “La voz que rompe el silencio”, fueron asesinadas en el Estado de Oaxaca por defender y promover la autodeterminación del recién creado Municipio autónomo de San Juan Copala.

Las comunidades indígenas tienen derecho a tener sus propios medios de comunicación y manifestarse en su propia lengua preservando sus costumbres y tradiciones, pero los prejuicios raciales le niegan a los pueblos originarios de México el respeto a su derecho a pensar, creer, rendir culto y educarse con los conocimientos y sentimientos que le inspira la naturaleza, de donde viene toda la esencia del ser humano ligado al cosmos y a los ciclos naturales de la vida
.
El director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), Koichiro Matsuura dijo: “Expreso mi más firme repulsa por los asesinatos de Teresa Bautista y Felícitas Martínez. Matar periodistas es un crimen odioso que causa un grave perjuicio a la sociedad en su conjunto, porque socava el derecho democrático de los ciudadanos a debatir las cuestiones de interés común disponiendo de información suficiente y adoptar decisiones políticas con conocimiento de causa”.

Nuestro país tiene vigente en su legislación convenios internacionales para darles a los pueblos indígenas personalidad jurídica, promover su desarrollo y respetar sus costumbres y tradiciones, sin embargo, en la realidad política no se cumple con estas leyes.

Las emisoras comunitarias indígenas no están reconocidas por la legislación mexicana y, por lo mismo, sus locutores no son considerados periodistas.

Ambas comunicadoras recibieron el 15 de mayo el Premio Nacional de Periodismo, que se les entregó post mortem por su trabajo en la radio comunitaria de la región mixteca de Oaxaca.

Las periodistas asesinadas son cántaros de agua virgen con voz de sonoras palabras que el eco expande y expande, porque tienen la fuerza de los amaneceres y el poder obtenido del significado de las puestas de sol.

Que el periodismo indígena proclame su voz autóctona y que se escuche junto con los sonidos de la selva, que las lenguas nativas se propaguen preservando conocimientos ancestrales, sentimientos y modernidad, sin perder de vista que venimos del sol, anochecemos y después de la penumbra decimos: “Cuántos colores tiene la felicidad”.

LA MAESTRA


La maestra es una cascada de palomas que aletean verdades, entona la voz y de sus labios brota el horizonte donde se contempla la ciencia alumbrando para que la oscuridad se aleje.

Explica con dominio del tema su clase, y la atmósfera de las cuatro esquinas del salón se vanaglorian del conocimiento, que como marea suave, erosiona el acantilado de cada rincón triste.

Las ventanas filtran la claridad de afuera, y de cada palabra suya emergen continentes, fórmulas para construir rascacielos, el aparato circulatorio que como el sol llega a todo el organismo, datos, fechas y los personajes de la literatura enarbolando la palabra limpia y pura para que no se pudra el lenguaje.

La maestra aquieta la conciencia de los ruiseñores que ya quieren ser águilas y cóndores remontándose hacia el éxito ciudadano. Los alumnos sudan la mente, atrapan el conocimiento y como si nada agazapan en el fondo de su alma una pantera dispuesta a saltar sobre el mundo y arrebatarle el cetro de mando.

La maestra es como la luna llena que habla y guía con su voz hacia el deslumbramiento anhelado de los alumnos que dicen “eso no lo sabía”, entonces el himno a la alegría les deja satisfecho su espíritu estudiantil.

La maestra es un cántaro que derrama el arco iris del saber científico, y ahí no termina su labor, tiene que sembrar sensibilidad en los que escuchan para que se colmen de sabiduría.

La maestra forja corazones fuertes, firmes, con su caudaloso ímpetu orientado hacia la cumbre de la grandeza. Los alumnos son un río que para obtener la victoria tienen que subir a la montaña derribando barreras, despejando problemas, ir contra corriente como los salmones, suspirar en el último esfuerzo y enarbolar la luz, como el águila que aferra a la serpiente, porque uno es el vencedor y otro el vencido.

La maestra deja en cada clase conocimientos y experiencia, lealtad a la verdad y esfuerzo del deber cumplido. Que te pague la vida, nuestra patria y las familias con una fuente de felicidad en la intimidad de tu alma.

EL SIGLO XX Y YO

Siglo XX ya nos vamos,
huella a huella, gota a gota;
tú al encuentro con la historia
yo a dormir junto a la muerte.

Siglo XX tú sembraste
en el surco de la vida
flores blancas, rojas, negras
que son paz, amor y muerte.

Hiroshima, Nagasaki,
la canción de paz de Ghandi;
Salvador Dalí, Picasso,
Stravinsky, el gran Carusso.

La conquista de la luna,
rock and roll, computadoras;
Borges, Paz, Diego Rivera
y Vietnam y Medio Oriente.

Mucho o poco ya no importa,
tu labor ha terminado;
estas son algunas flores
que brotaron en tu huerto.

Deja al tiempo que te juzgue,
él sabrá dictar sentencia;
sólo entonces en la historia
quedará tu nombre escrito.

Por mi parte estoy sereno,
yo sembré desde mi aurora
en el surco de la vida
el amor y la esperanza.

Esparcí por todas partes
las alhajas de mi alma;
mis principios, mis ideas,
mis virtudes y mi fe.

Recibí preciadas joyas:
un diluvio de alegría,
un viñedo de ternura
y un océano de paz.

Y hoy que cerca está mi ocaso
tengo el alma satisfecha;
mi conciencia está tranquila,
le doy gracias a la vida.

Ya nos vamos siglo XX,
ya nos vamos en las alas
del tic tac de los relojes,
del ding, dong de las campanas.

Ya nos vamos siglo XX,
huella a huellla, gota a gota;
tú al encuentro con la historia,
yo a dormir junto a la muerte.

EL ESPÍRITU DEL SOL


lunes, 12 de enero de 2009

VEO A HECELCHAKÁN


Veo a Hecelchakán glorificando nuestra estirpe maya, nuestra cultura indígena, nuestro destino de raíces prehispánicas. Lo veo resplandeciendo como el sol del oriente cuando despunta en la mañana, y con la paz social de los atardeceres con el sol rojizo que filtra sus rayos dorados cuando se va ocultando.

Hecelchakán es la descendencia de Itzamná, el dios jaguar que combatió a la muerte y la venció para erigirse en el símbolo de nuestra victoria como pueblo dedicado a la felicidad, el amor, la serenidad y la paz de las aguas tranquilas que aletean como mariposas en el alma de cada uno de nosotros.

Eso es todo lo que queremos ser, no más. El pueblo virtuoso, la Sabana del Descanso en armonía colectiva y el alma municipal sonriéndole a la prosperidad y combatiendo con la espada del espíritu las injusticias y los clamores de maldad y mal gobierno.

Veo a Hecelchakán con una política indígena promoviendo nuestra herencia ancestral del Hetzmek (consagración a los dioses) y el Hanal col (comida de monte), como programas sociales.

Veo en cada uno de nuestros ejidos o Agencias Municipales Casas de la Lengua y la Cultura Maya preservando, enseñando y difundiendo el prodigio de una lengua universal rica que proviene del fondo de los milenios.

Veo como característica de nuestra verdad india una estación de radio local que únicamente difunda programación para nuestro municipio. Una estación de radio indígena, bilingüe, con los elementos propios de estas estaciones difundiendo cultura prehispánica, herencia aborigen, arte, noticiarios y demás, con el espíritu que late en el templo de nuestra alma autóctona.

Veo a Hecelchakán con dos bibliotecas. Una con miles de libros especializada en bibliografía de la cultura maya donde germine el amor de nuestros niños, jóvenes y adultos por nuestra identidad de todos los tiempos.

Y otra biblioteca especializada para niños, con poesía, cuentos, novelas adaptadas para su edad y los adelantos tecnológicos necesarios. El espíritu empieza por la palabra y en la niñez.

Oigo el rumor del caracol, que es la voz de los dioses, diciendo: aquí en Hecelchakán viven y renacen los dioses ancestrales a la felicidad sin límites, al amor de ofrenda y a la dicha universal de un pueblo que vive amando lo que es: sangre del sol que da y no pide y renacimiento del espíritu con el esplendor de los girasoles, las anémonas y el relámpago de poder uniéndonos como pueblo, familias y parejas llenos de la luz de la pureza y el amor.
Artículo y fotografías con Derechos Reservados.

HECELCHAKÁN SOY YO


Hecelchakán soy yo, el indio que arrulla a la serpiente del dolor que una noche mordía las estrellas de mi alma, la combatí con versos, le ofrendé las palomas de mis sentimientos, me devoró en invierno, pero mi espíritu de pedernal y poesía la convirtió en incienso, la iluminó por siempre, y como un jaguar le arrebaté con furia el sentimiento de la vida que nos da sentido, y es el sol y el arco iris de lo que somos eternamente: El amor.

Hecelchakán suspira de alegría del Oriente hasta el Poniente, desde Xcalumkín a Jaina; resurge de su hoguera sereno y poderoso; por siempre su verdad de Halach Uinic se oirá desde la Ceiba sagrada que apunta hacia las cuatro direcciones cósmicas, a los cuatro palacios de nuestros dioses de claridad, solsticios y relámpagos.

Ellos proclaman el amor de nuestra raza de guerreros, ancianos, doncellas y niños translúcidos como el viento que le ofrendan a la vida oraciones sagradas y poesía de nardo y luz crepuscular.

Nunca más Hecelchakán será tinieblas, nunca más los corazones sentirán mordidas de murciélagos traicioneros; sólo será mi pueblo el esplendor de la primavera, del oleaje y de los pájaros nativos que entre los álamos, los jabines y los piches cantan con hermosura a nuestro Dios vencedor de la muerte.

Hecelchakán es la mazorca de maíz, la carne de nosotros, y la pureza de nuestros niños y mujeres que van con sus hipiles y alpargatas por los campos y las calles de nuestras comunidades: Cumpich, Dzitnup, Chunkanán, Dzochén, Blanca Flor, Pomuch, Dzotzil, Montebello, Yalnón, Nohalal, Santa Cruz y Pocboc.

Tenemos historia, cenotes y centros ceremoniales; tenemos haciendas que son lágrimas del indio; tenemos memoria de lo que ha llorado nuestro pueblo.

Un día la palabra cambió y se volvió de luto, ahora es ese tiempo, descendió el engaño que camina y camina sin un destino, pero nosotros nos quedamos aquí donde están amarradas nuestras raíces, donde nuestros cántaros se llenan del agua de la felicidad, donde siempre hemos estado. Nosotros nos quedamos aquí.

Esta es nuestra tierra: el cielo y las estrellas, la lluvia y las sonrisas, los glifos y los templos, ellos son nuestros símbolos; aquí está la verdad del Ah Kin, aquí volvemos a hacer ofrenda nuestro espíritu para llenarnos de la luz del gran Hunab Ku.

En Jaina y en Xcalumk’ín volverán a sonar el caracol y los tunkules; el juego de pelota espera con anhelo que el esférico de hule vuelva a traspasar el gran anillo solar.

Nosotros somos guerreros, combatimos en Xibalbá al dios de la muerte, Ah Puch, y la vencemos para encerrarla en el olvido. Nosotros somos guerreros que nos llenamos del espíritu de nuestros dioses, por eso miramos con serenidad y respeto el crepúsculo de la tarde, porque es nuestra sangre ofrendada que nos recuerda la felicidad que alcanzamos.
Artículo y fotografía con Derechos Reservados.

YO SOY EL INDIO


ART. 11 Los pueblos indígenas tienen
derecho a practicar sus ceremonias
religiosas en sus comunidades, en las
zonas arqueológicas del Estado o en
los lugares apropiados para ello, de
acuerdo a las leyes aplicables. Las
autoridades estatales y municipales
coadyuvarán a la realización de dichas
ceremonias.

Ley de Derechos, Cultura y Organización
de los Pueblos Indígenas del Estado
de Campeche.

Tengo el sol del oriente y el crepúsculo del poniente en la ofrenda de mi alma; tengo la serpiente del dolor arrullada en mis manos y el quetzal de la vida suspira en mis ramas celestes.

De mi palabra han abrevado muchos y dejo una estela que será el sacbeh de las nuevas generaciones por donde irán a hacer ofrenda en nuestros centros ceremoniales de Jaina e Xcalumkín al espíritu del sol, el sagrado Hunab Ku: el nombre que está grabado con poesía en el corazón de mi pueblo que va naciendo.

Yo soy el indio, el que amaneció de pronto en esta tierra y liberó de la obsidiana la palabra amor.

Nunca más la oscuridad tendrá aposento en esta tierra sagrada. La claridad y el glifo de jade se ha vuelto a enseñorear de lo que es nuestro.

Suspiren hijos del jaguar, flores de poesía y nardo, chispas del sol sonrientes. El indio blande su pedernal de guerra y proclama a la estrella de la mañana que nunca más la hiel de los batracios incendiará la paloma de nuestro corazón; que nunca más el zángano de otras colmenas levantará su cetro aquí.

Yo soy el indio y tengo el glifo del amor encendido en el árbol de mi espíritu dando frutos de versos y más versos que hacen bien a nuestro Dios.

Proclamo la belleza nativa, el símbolo de la serpiente y la furia del jaguar, porque de ellos estoy hecho, y mi emblema es la pluma que escribe en cada sentimiento la palabra más sagrada: el amor.
Texto y fotografía con Derechos Reservados.

LA MUCHACHA BARRE

La muchacha pobre de Hecelchakán barre y barre su municipio. Barre por el Oriente donde está Cumpich y Dzitnup y sale como multitud de mariposas el sol; barre por el poniente donde está Jaina y Chunkanán y de la oscuridad salen estrellas.

Mientras barre piensa en el amor que la hace suspirar, sonríe y de su sonrisa se desprende un arco iris; canta muy despacito, y cuando limpia junto al imponente árbol del ceibo se le engrandece el amor en su sentimiento, porque recuerda al guerrero con corazón de jaguar que le regaló un ramito de florecillas silvestres moradas.

Barre y barre la muchacha su municipio, el viento la enamora y el sol se prende en su cabello; ve unas palomas con precio que tímidas remontan el vuelo muy lejos y sigue barriendo.

En el jardín del desprecio barre hojas transparentes bañadas con rocío y brota una inmensidad de girasoles; ella sigue barriendo como si fuera un vals, llega al rincón de las flores azules donde una lechuza se llama “traición”, limpia bien la muchacha y resplandecen primaveras, pájaros cristalinos y magnolias de versos.

Parece que ha terminado de barrer, pero ve una corona real y la barre hasta afuera, ve tres escorpiones de oro y las barre sobre las hojas secas que ya se queman.

La muchacha está contenta, mira bien su territorio y todo está muy limpio: las comunidades con su hipil de plenilunio, de las colinas brotan chispas de esmeralda vegetal, y los plantíos de maíz son manos de jade ofrendando mazorcas de ámbar.

Mira el horizonte y ahí está su gran amor: el guerrero del crepúsculo que le dice en su poema que estalla en luz púrpura, dorada, azul y paz violeta: “Hoy te amo más, más y más”.

LA MUCHACHA VENDE FLORES


La muchacha india de Hecelchakán vende flores, porque ama la belleza fulgurante del amor que cayó entre los prados para darle esos pétalos que revientan en colores y fragancias de esplendores rebosantes de silvestre paz.

La muchacha india de Hecelchakán es la alegría que convierte el arco iris en grandes y pequeños ramos de felicidad; ata manojos de lirios y la luna resplandece para los enamorados; junta orquídeas con magnolias y en cada hogar de Hecelchakán los altares claman: “Mi gran Dios, somos almas de pureza encendidos en el cielo azul turquesa de tu dulce corazón”.

A los nardos, las violetas y la flor del girasol los adorna con fragante limonaria, les acomoda margaritas blancas, amarillas y moradas, y en ese instante, cuando el ramo se termina, la aurora, las palomas y el rocío matinal se engrandecen en el fondo azul de su inmenso sentimiento de amor, que se transforma en una ofrenda de flores de muchísima luz.

Al ver a la muchacha proclamando pureza, el duende que se llama “Traición” se asusta de tanto resplandor y estalla en muchas burbujas grandes y pequeñas que, conforme ascienden, se van reventando y desaparecen para siempre.

La muchacha tiene flores, muchas flores, pero algunas no son de ella, ve una aristocrática rosa púrpura de Castilla y dice “no es mi flor”, pero viene un hacendado y se la lleva a los altares de la catedral de la realeza campechana.

Ve una flor artificial y la hace a un lado, pero viene un petrolero y se la lleva a la isla de Tris.

Ve tres flores negras, que son muy raras, con adornos de terciopelo, incrustaciones de chaquiras, hojas de lentejuelas y muchas, muchas espinas, ya las va a tirar, pero viene un hombre rubio de ojos azules que dice que es de Jerusalén y se las lleva al carnaval de Río de Janeiro.

Las más blancas nadie las quiso, pero vino su mamá con su frente blanca, su pelo blanco y entre sus manos blancas las cobijó con su espíritu y se convirtieron en manantiales cristalinos, poesía como ésta y la inocencia de niños alegres y cariñosos.

La muchacha está contenta, porque vendió todas sus flores, vuelve a casa por su camino ámbar, el viento la besa, y a lo lejos el sol del crepúsculo, tímido, se oculta para verla pasar, estira su mano como el último rayo de la tarde, y su flor de luz estalla en cuarzos, primaveras, mariposas de cristal y plenilunios de rosada paz en el corazón de la doncella: es el amor, el grandísimo amor que día a día la muchacha india siente y que a nadie dice.

Artículo y fotografía con Derechos Reservados.

LA MUCHACHA LAVA


La muchacha lava la ropa del mundo, lava con alegría porque sabe que en sus manos están los resplandores y fragancias que agradan.

La muchacha lava la guerra y de la espuma salen cañones, tanques, acorazados y armas que se convierten en burbujas donde se refleja su sonrisa de novia primaveral.

Lava el petróleo de la ropa continental y nuevamente los mares vuelven a ser un acuario de peces de colores, tortugas, caballitos de mar y corales rojos y negros.

Sigue lavando la contaminación y de las selvas y los desiertos explotados, deforestados y desolados surge la frescura de los oasis, los diamantes verdes de la espesura, las alondras de zafiros y los leopardos de ámbar.

Lava a los líderes políticos del mundo y de la negra ambición surge la blancura del Señor de la Paz proclamando el Sermón de la Montaña.

Lava a los traidores, y los buitres y las hienas se destintan en el agua con cloro mientras ella continúa y continúa lavando.

La muchacha enjuaga la ropa con estrellas azules y la paz llena el alma de la humanidad.

Cuelga la ropa en la soga, y el brillo del sol extiende su mano y le regala a los hombres y mujeres una azucena blanca de gratitud y paz.

Lava en invierno los corazones de los que odian quedando limpios, y se llenan de navidades, ángeles, música, campanas y alegría de colores.

Lava en otoño, y en las lágrimas de todos los que sufrieron engaño cuelga un arco iris de bondad y amor.

La ropa seca es bajada por la muchacha, deslumbra su transparencia, queda limpia la vida y el sol se enciende en su sonrisa; suspira y el amor revolotea como mariposas en su alma, porque sabe que llenar de luz el corazón del mundo es su destino.
Artículo y fotografía con Derechos Reservados.

POEMAS A HECELCHAKÁN


TU MI ESPÍRITU Y MI SANGRE, HECELCHAKÁN

Hecelchakán de siempre,
eres el templo del amor
en el corazón de la "Sabana del Descanso";
eres el alma de la paz y del hogar feliz
en la tierra en donde el polen de mi vida apareció.

Y por eso te canto,
y por eso te amo
con la fuerza de mis dulces anhelos,
con la dicha que me da tu ternura
de mujer de barro,
de mujer celeste
como Ixchel, la diosa de la luna,
que acuna mi vida, mi raza y mi eterno alabarte.

Tú representas el árbol de la vida en donde moran mis sueños, la ceiba gigantesca, el palacio verde
en donde el suspiro de mis días eternos
me dan el pan y el vino de la buena voluntad
y el balché de la paz y la alegría.

Eres la raíz del indio y el cántico moderno,
eres la sangre en donde laten el alma morena y blanca
de mis dos culturas:
Kukulcán y Don Quijote,
Jesucristo y Hunab Ku;
y el arte de hacer templos y escritura santa,
el uso del cero y la conquista de la luna,
porque en ti caben todos los tiempos.

Eres el altar
en donde el arca de la alianza y las ofrendas de jade y caracol se yerguen para darnos santidad,
porque somos tus hijos que por siempre te adoramos.

De Jaina, Xkaluumkín y carabelas
es tu espíritu;
de pétreas sartenejas y jícaras de vidrio, que son los dones
que proclamas como frutos de pureza.

Para ti entretejo guirnaldas de oraciones, parvadas de mis cánticos,
rosarios de arcoiris
y salmos de mi amor.

Para ti que has sido luz que me hizo voz, estandarte de esperanzas
y espada perfilada hacia el futuro.

No quiero que dejes de ser sangre de bejuco,
no quiero que olvides las ciudades de piedras esculpidas, no quiero que mueran tus hipiles y alpargatas;
porque son el fuego que da vida a mi memoria,
porque son el báculo que el cielo sostiene entre sus manos: símbolos de mi poder,
tinta de mis epopeyas
y crepúsculos de tu gloria, Hecelchakán.

Así te quiero hasta el final de lo que venga.
Con el hacha del amor y cibernético de ideas. Siempre luz,
siempre henequenal de paz, bondad y regocijo.

Así te quiero,
sagrado altar de mi perpetua gratitud ,
como columna del mundo
en medio de las cuatro direcciones de la tierra,
y en el infinito transcurrir de los solsticios y equinoccios.

Oh, espíritu y sangre de Juan Pérez y María Dzul Simá, con todas las voces de tus hijos que hoy te amamos te proclamo el templo de mis días
construido con el fuego de España y del Mayab,
con la paz del arcoiris, la dulzura de palomas
y el fulgor de los poemas.

Vive siempre en mi silvestre corazón
y en el suspiro de mi vida ,
dorado resplandor llamado Hecelchakán,
suprema luz de todos los que en nombre del amor te veneramos.

ORGULLOSAMENTE HECELCHAKÁN

Autora: Mizar Filadefia Hernández Hernández

Hecelchakán,
hoy me quejo suavemente,
como las golondrinas,
ante la inmensidad de tus raíces.

Porque tu nombre me refleja frescura,
como manantial en el desierto;
porque es tu belleza misterio en mi alma.

Tu pasado no tiembla en soledad.

Eres la eterna Sabana del Descanso
para mi alma sedentaria.

Naces diario a diario entre mis versos
de risueña adolescente.

Todo me gusta de ti,
tu sonrisa blanca en las mañanas de escuela,
tu mirada que es canción.

Reflejas en tus trabajadores
el sudor que del pecho mana
para forjarte un futuro mejor.

En ti se refugia el recuerdo
de aquellas almas visitantes
que fueron en tu suelo
peregrinas margaritas.

Eres eco, lluvia, melancólico aire,
tristeza y aliento:
eres vuelo de paloma.

No me canso de mirar tu cielo,
porque el sueño de mis noches
para ti los guardo.

Tu hierba se seca y mi flor se marchita,
pero en mi océano primaveral
naces otra vez a la esperanza infinita.

Ay, si la luna hablara
te dijera con aquellos rayos permanentes
que eres la muchacha tímida
que invita a estar entre sus brazos.

Eres altivo,
eres un sueño en mi fantasía
y tus calles son largas jornadas
por donde paso regalándote mi silencio.

En ti anidan miles de corazones
y prosperas en todo tiempo.

Hecelchakán,
acepta esta rosa
formada con pétalos de mis versos
que perfuman tu grandeza y tu belleza
en el firmamento de mi alma.

EL ROBLE

Halach Uinic de jade es el gran roble,
su trono es poderío de jaguares;
su emblema es el relámpago más noble,
su espíritu es el quetzal de los hogares.

Se yergue con portento de montaña,
le arranca a Xibalbá la flor sagrada;
con lluvia de arco iris él se baña
y ofrenda con amor su luz dorada.

Supremo gobernante de cometas,
el cosmos tú reflejas poderoso
con letras de coral y de poetas.

Al cielo le regalas las turquesas,
al Dios de Xibalbá gran alborozo
y a todos con amor y paz nos besas.

SUPREMO HUNAB KU

Sagrado corazón del cielo puro,
antorcha de relámpagos solares;
incienso, inspiración, amor seguro,
espíritu de todos los hogares.

Poema y oración cuando amanece,
color del esplendor de primavera;
el pueblo de los dioses te obedece
y llegas al final de nuestra espera.

De nuevo el poderío se entroniza
y el cielo se ilumina de grandeza
del sol hasta el poder de la sonrisa.

Supremo Hunab Ku de furia noble
mi espíritu de jade a ti te besa
con luz de colibrí y de verde roble.

Poemas y fotografía con Derechos Reservados.